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Pasiones heréticas. Correspondencia 1940 – 1975, Pier Paolo Pasolini (Trad. Diego Bentivegna, El cuenco de Plata, 2da edición, 2012).



Si algo caracteriza al catálogo de la querida editorial El cuenco de Plata, es su apuesta por autores cuya escritura desborda pasión y vibra constantemente entre la narrativa y el cine. La publicación de una nueva edición de Pasiones heréticas. Correspondencia 1940 – 1975 se inscribe en esa apuesta. 

El libro compila las cartas que Pasolini envió desde sus comienzos como poeta viviendo al norte de Italia, hasta sus últimos días como director de cine. Los destinatarios al comienzo son sólo italianos, amigos y maestros, y ya en los años sesenta se entremezclan personajes como Allen Ginsberg, Evgenij Evtushenko y Jean-Luc Godard.

Tal como adelanta Daniel Link en el prólogo, las cartas dan la oportunidad de comprender como “todo, hasta el último plano y la última carta son actos de escritura”, resulta entonces imposible separar aquello que es Pasolini: poeta, editor, docente, narrador, ensayista, cineasta, dando cuenta que tal vez sea su rebelión y búsqueda de expresarse, lo que lo lleva a hacerlo en todos los lenguajes posibles.

La visceralidad de su odio a la burguesía, sus críticas a la falsa moral sexual, sus polémicas con el Partido Comunista Italiano, la reflexión constante sobre sí mismo y la ardiente defensa de cada uno de los planos y escenas de sus películas, atraviesan toda la correspondencia con una contundencia tal que conmociona, es imposible salir indemne, pues es justamente ahí donde reside el placer la lectura de estas cartas, en la vehemencia de Pasolini en defender aquello que cree justo y verdadero.

La selección de cartas se presenta en orden cronológico, pero se incluye un acertado índice que propone una lectura transversal agrupando las cartas por temas: Eros, la lengua, la familia, la rabia, la escritura, la escucha, la pedagogía, el cine y la religiosidad.

A modo de bonus track, en esta edición se incluyen tres reportajes hasta ahora inéditos en castellano. Conmociona (piel de gallina garantizada) leer el reportaje realizado el día anterior a su muerte.

Para leer en la vorágine citadina, en pleno salto de molinete, mientras escuchas este tema.