Páginas

Ningún lugar sagrado, de Rodrigo Rey Rosa (Seix Barral, 1998)





Es difícil encontrar libros de Rodrigo Rey Rosa en Buenos Aires. Las lógicas de mercado que imperan en las grandes editoriales lo condenan sistemáticamente a la mesa de saldos (y es ahí donde pueden conseguir editados por Seix Barral Ningún lugar sagrado y Caballeriza). Gracias a la editorial independiente El Andariego se consigue en las librerías su novela Piedras encantadas.

Gran, gran escritor de cuentos y relatos breves. Nació y vive en Guatemala, pero en el ínterin vivió en New York y en Marruecos, donde conoció a su maestro, amigo y traductor al inglés Paul Bowles.

Atmósferas inquietantes, pesadas, impregnadas por obsesiones, angustias y por sueños, lo onírico atraviesa constantemente la obra de Rey Rosa. En cada uno de sus relatos presenta una situación crítica y cruel, pero tratada con mucha ironía y al filo de la ternura. Roberto Bolaño definió su prosa como “una enorme cámara frigorífica en donde las palabras saltan, vivas, renacidas, y entonces uno no puede sino pensar en todo el horror que se ha vaciado sobre Guatemala, la abyección y la sangre”.

Los relatos que componen Ningún lugar sagrado fueron escritos casi todos mientras RRR vivía en New York y tienen como escenario sus calles, logrando una ciudad despiadada, en particular a la hora de marcar la soledad y el abandono de sus habitantes. Es interesante el contrapunto constante entre las violencias y soledades de la Gran Manzana y la Ciudad de Guatemala.

Los personajes de los cuentos son un joven con delirios religiosos que vaga por la ciudad con una gallina al hombro, un mendigo apodado “el chef”, una nena de ocho años que, sabiendo que le quedan pocos días de vida, le pide a su padre que le explique que es el sexo, un condenado a muerte con la idea de suicidio asistido como solución para abaratar costos del sistema carcelario, un refugiado a través del cual se cuenta el horror de la violencia y persecución política en Guatemala, la hija de un empresario corrupto y un grupo de poetas que a partir de sus conflictos y miserias conjuran una trama policial.

El cuento que da nombre al libro, es el único escrito en Guatemala, nace por pedido del editor de Seix Barral que le aconseja incluir otro texto porque el libro tenía pocas páginas. Y RRR hizo un ejercicio de escritura automática brillante: una serie de conversaciones telefónicas y registro de las sesiones con su psicoanalista, narradas desde la voz de un cineasta y sus dificultades para sobrevivir a las huellas de la violencia guatemalteca.

Impone un ritmo vertiginoso de lectura, y deja sin aliento.

Su primer, y única, película como director basada en su novela Lo que soñó Sebastián, puede verse en cinépata, excelente blog liderado por Alberto Fuguet que reúne largos y cortometrajes independientes latinoamericanos.

Ideal para leer en plena vorágine citadina, en el colectivo, en la eterna espera del subte A, mientras esquiva los bombos de una marcha, mientras toca el redoblante en una marcha o mientras putea porque la señora de labios finos acaba de clavarle la punta de su paraguas en la frente. Para leer escuchando este tema