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El silenciero, Antonio Di Benedetto (Adriana Hidalgo, 1999)



Así, con el índice pendulando a los cuatro vientos: Qué alguien me explique porque Di Benedetto ocupa un lugar tan invisible en la literatura argentina! A las cinco fascinantes novelas publicadas, se suma una caterva de grandes cuentos, y en el último tiempo algunas de sus obras han sido adaptadas al cine de estas pampas. Sin embargo, poco se habla de este escritor y periodista, y que hoy sus libros estén disponibles se lo debemos al proyecto de reedición de su obra completa, que allá por los noventa comenzó la editorial Adriana Hidalgo.

De este olvido se encarga también el brillante prólogo de Juan José Saer, que vuelve sobre cada resquicio para apuntalar la teoría, compartida por buena parte de la creme de la creme del mundillo literario, que estamos ante uno de los pocos escritores de estas pampas que detenta una voz propia, que asoma a las pocas líneas de cada uno de sus relatos.

¿Se acuerdan que el padre de mafalda estaba obsesionado con el tíki-tíki-tíki de su flamante citroneta? Sáquenle la parte graciosa y paródica del asunto, súmenle una dosis de  angustia y neurosis, y ya tenemos uno de los núcleos de esta novela.

El protagonista comienza relatando un pequeño problema cotidiano: atravesando el patio de baldosas, llega a su casa un ruido. Más adelante queda develado como el ruido, ese y cualquiera, exaspera al narrador. En la primera parte del libro nos enteramos de su rutinaria vida de oficinista, de las obsesiones de su amigo con las organizaciones secretas, de su amor platónico por una vecina, y de su relación con Nina, amiga de su vecina, que terminará siendo su esposa. Sabemos también que el narrador tiene en mente escribir una novela, pero el ruido siempre irrumpe la tarea.

Para la segunda parte del libro el ruido es el protagonista absoluto que no da tregua, asedia y domina toda la vida del narrador, cada vez más alejado de los otros, hasta su aislamiento total. El final es de un vértigo y una desolación infinita.

La prosa es de una contundencia tal que nos sumerge en la neurosis del protagonista y nos arrastra junto a él, es imposible salir indemne de esta lectura. Frases cortas y despojadas hasta lo esencial. Las palabras utilizadas para retratar las situaciones y las acciones son de un realismo profundo y la mayoría de las veces cruel.

Para leer en un muelle, bajo sauces y casuarinas, tomando un rico mate con miel, mientras escuchas este tema.