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La purga, Juan Filloy (El cuenco de Plata, 2004)


La idea de esta novela es delirante, y al leerla se siente que sólo la prosa de Filloy es capaz de llevarla a cabo. Escritor cordobés, declarado fóbico porteño, autor de cerca de 50 novelas, que acostumbra titularlas con siete letras, fanático hacedor de palíndromos,  paródico, erudito, grotesco, irónico, fue reconocido por Cortázar como uno de sus maestros (con alguna que otra referencia a su obra y persona en Rayuela). En la web pululan interesantísimos perfiles sobre este personaje que lo tildan como el gran secreto de las letras argentinas.

En esta novela, un déspota omnipotente lleva adelante una emboscada disfrazada de Congreso internacional de pintura (la Otho World Painting Conference), para destruir a los representantes del arte contemporáneo, con el fin de recuperar e instaurar los valores del Renacimiento. Esto sirve de excusa para hilvanar un despiadado y crudo retrato del mundo del arte de su tiempo, y también como una crítica mordaz a los totalitarismos. En este sentido, cobra un valor especial saber que fue escrita en 1977, a un año del inicio de la última dictadura militar.

A poco de comenzado el relato, Filloy se despacha con uno de sus juegos preferidos: una lista de más de 300 movimientos artísticos, en los que se mezclan algunos reales, con otros derivados de sus delirios e invenciones. Como buena parte de la novela, oscila entre cierta erudición y el grotesco, lo chabacano y lo culto pueden convivir en una misma línea. Narrada con un estilo cien por ciento Filloy, donde la parodia, la ironía y cierta crítica caústica pululan en cada página, asegurándonos una lectura plagada de carcajadas.  

Para leer mientras tratamos de entender el derecho o el revés de esa pintura que cuelga en un muro de ArteBA, mientras escuchas este tema