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Palabras prestadas: Steven Millhauser

August Eschenburg, Steven Millhauser, Interzona, 2004.


Porque muchas veces ocurre así: el Destino entra a los tumbos en callejón sin salida y hasta una vida entera puede ser un error.


Tenía la ambición de insertar sus sueños en el mundo, y si eran sueños errados los soñaría solo.


O acaso la verdad es que no hay ningún sino, ninguna trama, nada en absoluto salvo un hombre cansado que mira hacia atrás y lo olvida todo, menos detalles dispersos que el acto mismo del recuerdo compone en un destino.


Sabía que el mundo del comercio moderno obedecía a un principio omnipresente: la novedad. Era un principio divisible en dos leyes: la novedad es necesaria y la novedad nunca dura. La segunda ley también podía formularse así: la novedad de hoy es el hastío de mañana. 


Se preguntó si el destino no era una mera forma de olvido.