Eterna cadencia,
una editorial que apuesta a un catálogo que orbita entre la literatura, el
ensayo y la crónica de autores consagrados y poco conocidos, ya lleva
publicados dos libros de Fabio Morábito, y esta semana desembarca en las librerías de Buenos Aires su último libro de
cuentos La vida
ordenada. Vayan a su librería amiga
y compren los libros de Morábito, porque puede llegar a no fascinarles, ni ser
ese libro que está entre sus preferidos, pero les garantizo que van a disfrutar
de su lectura, van a pasar un muy buen rato, y van a volver por más. Y es que
hay algo en la escritura de Morábito que lo convierte en una recomendación
infalible para todo tipo de lectores, desde los buenos y voraces, a aquellos
que sólo leen libros de tapas con tipografía gótica y dorada con el simbolito
de betseller incluido.
Es mexicano, pero nació en Egipto y creció en Italia, y además de
cuentos, novelas, ensayos y notas de
opinión (suele ser bastante hilarante sus columna en la revista Ñ), escribe poesía. Y estas diversas
identidades y roles son puestas en juego al momento de la escritura, en el modo,
el tono y los tiempos elegidos para narrar.
El libro compila quince cuentos que suceden en espacios urbanos y
modernos, aunque a veces nos lleva directo y sin escalas a la selva o al medioevo.
Con una prosa clara, sencilla, simple, que contiene un sinfín de
guiños de complicidad con el lector, y está empapada de escenas tragicómicas y
delirantes. Morábito cuenta desde el humor y con un cierto aire melancólico, el despliegue de las pequeñas obsesiones de sus
personajes. Hay un trasfondo denso en los cuentos de Morábito, luego del punto
final caemos en la cuenta de la gravedad y lo terrible de lo que allí ha
pasado, sin lugar a dudas el espacio en el que se suceden las historias y el
modo de narrarlas hace que esto se amortigue, y es después del punto final
cuando las grietas asoman en toda su dimensión.
Un pedicuro que camina por la playa y fabula historias a
partir de las huellas grabadas en la arena, un par de caballeros andantes que
luchan en un duelo interminable debido al deplorable estado de sus armaduras, una
mujer que fabula sobre el devenir de la vida de su hermana a partir de las
letras borradas en un crucigrama, un soldado que adopta el caballo de Troya
como su hogar, un lector que enloquece ante una palabra desconocida en el texto, y un adolescente que guarda con recelo el
secreto de haber encontrado un gesto que lo hace único de su numerosa familia,
son algunos de los personajes que pasean sus obsesiones por estas páginas.
Pero contar algo, tan poco, es traicionar una y otra vez el texto,
porque es justamente en el despliegue de las historias, en cada frase donde
radica su fuerza. Con este libro Morábito ha logrado una marca autoral, lo que
a otros escritores les lleva toda una vida, o ni siquiera. Se sabe, escribir fácil es bien difícil.
Para leer mientras escuchas este tema.