Historia de amor breve, no la historia en sí, sino
las páginas que demora el narrador en contarla. Desde el comienzo sabemos que ese
amor es parte del pasado, y sin embargo, no deja de ser presente. El relato
cuenta la historia de Juan Jesús y Nuria, un pintor que suele exponer en esas galerías que saben aliarse al secreto y se ubican
en el último patio de un centro cultural; y la hija de un corrupto funcionario
del PRI.
El libro comienza con el relato de los restos fósiles
de la pareja, la detallada descripción de los desastres menores de Juan Jesús,
y de los pequeños gestos poblados de amor de Nuria. En el pasado vivieron juntos, en el presente la
historia sucede en la calle Ámsterdam, en un barrio del DF mexicano, donde vive
Nuria y donde está el teléfono público desde donde Juan Jesús la llama.
Ámsterdam era la ciudad donde iban a comenzar una
nueva vida, para vivir de otro modo y que lo molesto fuera estimulante. Hoy, Ámsterdam es lo que quedó en el camino, lo perdido, y los personajes hacen de esa ciudad un espacio imaginario y
su más genuino lugar de encuentro.
Es una novela de gestos, de sensaciones y de
acciones, no hay muchas descripciones de espacios y lugares, las casas parecen
no estar amuebladas y nada se dice sobre las ropas de los personajes. La mirada
del narrador recorre esa relación con un desapego
impasible y va diseccionando la historia, posándose en los más mínimos detalles.
Quien haya vivido la tristeza de una separación, no debería
perderse el ambiguo dolor de atravesar esa pérdida de nuevo, de la mano de este
relato.
Para leer a esa hora de la tarde en que el
horizonte se tiñe de color sepia, mientras escuchas este
tema